martes, 25 de mayo de 2010

Dentro de 30 años, todos calvos (otros lo somos ya)Publicado por Luis Cremades Piqueras el mayo 11, 2010 a las 3:38pm

-Tú, ¿qué vas a hacer? ¿Vamos al homenaje, o nos echamos unas cervezas?

-Si realmente queremos homenajear al cabroncete, deberíamos emborracharnos, como lo habría hecho él. Va a ser un acto institucional más, hablará el Rector de la universidad, el Obispo de Madrid, y algún mandamás más.

-Joder, ¿tan importante era el profe de lengua? ¿era de la Sociedad Internacional de la Prelectura, o qué?

-Tío, lo ha dicho en clase 200 veces, coincidió con el Rector Güemes, y con el Obispo Raimundo, en el máster de profesores. Al parecer, aquello fue el caldo de cultivo de la Generación video-literaria de los Disruptivos.

- Buf, a esos no había quien los entendiera, menos mal que me pasaste el e-book en examen virtual.




Estas palabras las escucho a 20 centímetros de tierra y 20 minutos de la cita. La verdad es que a mí tampoco me apetece mucho acudir al “evento”, aunque sería descortés y poco serio no estar de cuerpo presente en mi propio entierro. Al fin y al cabo, no harán más que mentir para dejarme bien, contar tres chistes (como en todo buen entierro que se precie), twittear 200 lamentaciones, montar la cena que siempre prometimos pero nunca hicimos, y chochear reviviendo antiguas batallitas de maduritos/as peterpanianos (cómo me jode que estos cabrones consiguieran, al final, modificar la gramática castellana y separar los géneros en el plural. Nunca debieron permitir que Lucía Echeverría y Margarita dirigieran la RAE ).




Dos hijos/as, tres infartos/as, dos ex-mujeres, 20456 litros de cerveza/o, 20 cartones de tabaco/a, 10 leyes educativas/vos, 4 presidentes/as, y 18 años de docencia, no dieron para más; aunque, por lo menos, no me pasó como a aquel compañero del máster –Jorge, creo que se llamaba- que fue brutalmente atropellado por automóvil tuneado como la Nave Nodriza, y conducida por un misterioso Dark Vader, pocos días después de finalizar el curso. Qué bien me caía el “jodío”.




Si no cobraran por palabra la inscripción del epitafio, hubiera dejado en mi testamento que me digitalizaran en el luminoso de la tumba que la vida iba en serio me di cuenta más tarde… pero todos sabemos lo poco que cobra un profesor de EMO (educación mediovillana obligatoria).




Nunca hubiese pensado que el sueño de todo buen romántico se cumpliera, aunque asistir a tu propio entierro no tiene por qué ser divertido. Así que, mientras llegan las mujeres guapas, y Elena Anaya (mi desconsolada viuda), haré lo que se supone en estas horas previas a la aplicación control + t + t (tierra en tumba): hacer balance sobre lo bebido.




[…] estas son todas las cosas que me han pasado, y, ciertamente, me avergonzaría si alguien oyese todo lo que acabo de pensar. En cuanto a lo poco importante, el trabajo, mi dedicación, creo que no lo debo haber hecho mal.




Mis compañeros y yo nos adaptamos a las tecnologías que nos inculcó nuestro antiguo profesor, y laureadísimo pornógrafo, Rovira. Logramos adaptarnos a las tecnologías del momento, nos fuimos adecuando a todas las nuevas aplicaciones que se fueron incluyendo en nuestras pizarras electrónicas, tratamos de dar respuesta a todos los alumnos a partir de los mecanismos que conseguimos perfeccionar entre todos.




Sobre todo, tratamos de cambiar el obsoleto sistema educativo de nuestro tiempo, nos preocupamos y centramos en lo importante: los alumnos. Conseguimos que se impartiera literatura con literatura, incluir todos los nuevos géneros que ha dado la nueva era literaria, que consiguieran ser hablantes competentes ( porque les hicimos hablar) y, lo más importante, trabajamos duramente para formar a los chicos y responder a sus necesidades. Luego, nos fuimos desinflando, envejecimos y deberíamos dejar paso a los jóvenes, porque no olvidemos que todos nacemos incendiarios y morimos bomberos.

Eso seguramente fue, es, y será, la definición de un buen profesor. Pero, tirando por (o bajo) tierra el dicho (ofensivo en este estadio de la muerte) de el vivo al bollo y el muerto al hoyo, voy a divisar lo que me ofrece esta maravillosa vista de las ultraminifaldas digitales de la primera fila del entierro, y abrir mis blancos y fríos oídos para enterarme de algo, ya que, desde hace 10 años, los entierros se doblan al valenciano, y sigo sin el mitjá.




Putrefactos y agusanados saludos,

Luis Cremades (el feo, el muerto)

1 comentario:

  1. Muy interesante tu visión sobre el futuro, además no he podido dejar de reir, eres un auténtico cachondo. Sigue así y no pares cariño.

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