viernes, 4 de junio de 2010

Reseñas "Malas tierras" y "Campos de fresas", Jordi Sierra i Fabra -Luis Cremades Piqueras-

Malas tierras y Campos de fresas, Jordi Sierra i Fabra.


Autor.


Debido a que la obra aquí reseñada fue objeto del trabajo y propuesta para la exposición de la asignatura, me veo en la obligación de utilizar los datos del autor aportados en el mismo. Además, por tratarse del autor de dos de las obras elegidas para la realización de estas reseñas, será utilizada para ambas. Sin embargo, pues me hallo en deuda para con usted, adjuntaré una segunda y “peculiar” biografía al final de la reseña.

Jordi Sierra i Fabra es un escritor catalán que nació en Barcelona el 26 de julio de 1947. Su afición a la escritura comenzó a los 8 años, y a los 12 escribió su primera novela larga, de 500 páginas.

En 1970 abandonó sus estudios y su trabajo para dedicarse plenamente al mundo de la música, ya que por aquel entonces era comentarista musical. Fue fundador y/o colaborador de programas de radio como El Gran Musical o Radio Barcelona, y de revistas como Top Magazine, Extra, Popular 1, Disco Express o Super Pop, esta última fundada en 1977, cuando decidió abandonar la música para dedicarse a la literatura.

En 1972 publicó su primer libro titulado 1962.72. Historia de la música pop. Su dedicación a la literatura infantil la inició con paso firme ya que fue premiado dos veces con el premio Gran Angular: en 1981 con su obra El cazador, y en 1983 con su libro En un lugar llamado tierra. Dicen que no hay dos sin tres, por lo que Jordi Sierra i Fabra volvió a ser galardonado con el mismo premio en 1991 con su obra El último set. Con este libro ganó, además el premio de la Comisión Católica Española de la Infancia (CCEI).

Tiene una extensa obra que en este año alcanza ya los 400 libros escritos y ha obtenido multitud de premios: premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Ateneo de Sevilla, Villa de Bilbao, Vaixell de Vapor, Edebé, Columna Jove, Joaquim Ruyra, A la orilla del viento, entre otros muchos.

En 2004 creó la Fundación Jordi Sierra i Fabra en Barcelona, destinada a promover la creación literaria entre los jóvenes de lengua española. Cada año convoca un premio literario para menores de 18 años. En este mismo año, además, impulsó la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra para Latinoamérica con sede en Medellín, Colombia, que atiende a más de cien mil niños y jóvenes cada año.

La literatura de Sierra i Fabra se caracteriza por un uso hábil de los procedimientos narrativos. Su estilo, directo, marcado por los diálogos, el ritmo, las frases cortas, la intensidad y el suspenso, lo ha convertido en un favorito claro de los lectores jóvenes. Su obra, marcada por el compromiso, aborda todos los géneros, ciencia ficción, novela policiaca, historia, poesía, ensayo, realismo crítico, etc. En muchos de sus libros incide en temas duros, habitualmente poco dados e, incluso, censurados en la literatura para jóvenes.

Con más de un centenar de obras publicadas, tanto en castellano como en catalán, Sierra i Fabra se caracteriza por una escritura llena de fantasía en un mundo real, concreto y hasta muy duro, pero en el que siempre hay lugar para la esperanza.

Los paralelismos que he podido hallar en las dos obras me invitan a tratarlos de manera conjunta. Tanto su contenido, como muchos de sus elementos, se pueden vincular, si bien es cierto que sus estructuras difieren un poco, el aspecto que quiero tratar de ellas es convergente.

Ambos títulos proceden de canciones de temas clásicos del rock (Badlands, Bruce Springsteen y Strawberry fields forever, Lenon), y sus argumentos tratan temas actuales y realistas con protagonistas jóvenes.

Malas tierras está compuesta por tres historias paralelas que se entrecruzan. Cuatro amigos asisten a un concierto de Bruce Springsteen para luego partir de marcha a los lugares de moda de Barcelona. La tragedia sucede cuando una de las chicas se cruza con el protagonista de otra de las historias, un joven recién divorciado, enrabietado y bebido, que conduce su coche a gran velocidad por la ciudad y que choca con los chicos, provocando la muerte de esta. La tercera acción se desarrolla en el hospital, donde unos padres esperan impacientes el transplante de un corazón que no llega. Esta presurosa tensión caracteriza ambas obras, que se desarrollan entre las acuciantes agujas de un reloj (el transplante de la chica; y la búsqueda de un camello, en la otra novela). Finalmente, el corazón de la chica accidentada es transplantado a la niña, salvándole la vida.

La acción desarrollada en Campos de fresas es lineal, fundamentalmente dialogada, y trata de las consecuencias de una noche en la que una pandilla de adolescentes sale de fiesta, consume éxtasis, y una de las chicas cae en coma. Sus amigos pasan la noche buscando al camello, para que les proporcione una pastilla igual que ayude a los médicos a tratar a la chica. Un policía y un periodista, siguen la historia, buscando al culpable e investigando el caso, respectivamente.

El novio de la chica, que estudiaba para un examen la misma noche, sus amigos, su hermana y padres, y su mejor amiga, que se debate entre la vida y la muerte a causa de la bulimia, completan el cuadro de esta historia juvenil.

El desenlace feliz acaba sucediendo, tras la muerte accidental del camello, cuando la chica despierta del coma ante la mirada ilusionada y atónita de sus padres.

Las dos novelas parecen contar con el beneplácito del público juvenil (sobre todo Campos de fresas con 36 ediciones), lo que me hace reflexionar acerca de la materialización pedagógica de ambas.

Ante la polémica constante de la actividad lectora juvenil de lo importante es que lean, sea lo que sea, yo me posiciono en el punto medio, que en muchos casos es el correcto. Hay que encontrar un punto común que una la calidad literaria con el gusto lector del joven. Bien es cierto que esto no resulta tan fácil y que ha ido para mí el punto de mayor reflexión y debate que se me ha planteado a lo largo de esta materia.

Frente a otras obras, como Memorias de una vaca, por ejemplo, existe una diferencia literaria evidente desde mi humilde punto de vista. No considero que estas dos obras estén mal escritas o que sean, literariamente hablando, mediocres, pero creo que son otras sus virtudes. Su valía se centra, más bien, en su capacidad para conectar con el lector joven; y, no debemos de olvidar nunca, que para poder trabajar con un libro en clase, este debe ser capaz de crear cierto interés en el lector (aunque la motivación que seamos capaces de inculcar a nuestros alumnos es también muy importante).

La receta está servida: personajes adolescentes que reflejan diferentes etereotipos en los que cada lector pueda verter su personalidad, con ambientes nocturnos (fiestas, conciertos), con amores juveniles, discusiones y conflictos paterno-filiales; es decir, con temas y ambientes que pueden dar respuesta a sus inquietudes, ya que tratan de reflejar, aunque de una forma manifiestamente maniquea, su vida.

Alrededor de estos ambientes y personajes siempre encontramos temas moralizadores, como el alcohol y los coches, las drogas, la bulimia, los conflictos familiares, la donación de órganos, etc., y es este, junto a su capacidad de conectar con el público, el elemento a destacar.

Si nos marcamos como objetivo el tratar temas transversales como los antes citados, estas pueden ser obras muy interesantes, aunque su calidad literaria no sea especialmente destacable.

He tratado de ponerme en la piel de un adolescente e intentar saber cómo lograr que se interesen por determinadas obras que, desde mi criterio, son muy interesantes a nivel literario (como podría suceder con la antes citada Memorias de una vaca), para poder ser tratadas en el aula.

Si logro ser profesor mi postura será la de hacer todo lo posible por trabajar con textos de calidad literaria, aunque podíamos intercalarlos con obras, como esta, de nivel medio (pero más atractivas para los chicos) con una finalidad instrumental clara, la de tratar estos temas (aunque yo no soy nada partidario).

No alcanzo a comprender del todo si este tipo de literatura está realmente creada para responder a una demanda del público juvenil (aunque cuente con muchas ediciones, no sabemos si es debido a su divulgación escolar o a una demanda real del público joven), o a la de los padres o profesores, debido a su contenido moralista. Leyendo la segunda de las dos (Campos de fresas) me pareció como asistir a esas series juveniles, tan malas a mi juicio, con tanta audiencia y aceptación, y no a una novela. Por tanto, y concluyo, esta literatura debería estar encuadrada en el tipo de lectura lúdica (interesante como lector) opcional, pero no para ser tratada en el aula.


Inspirado, quizá, por la cara que conformaría su nombre, algunos de los datos de su vida, y, sobre todo, de lo que han sugerido sus obras, me permitiré la licencia de inventar una biografía con el objeto de no sobrecargar de entradas la Wikipedia, no tener que sacar las tijeras y el pegamento para el “corta y pega”, y, por qué no decirlo, para ejercitar estos viejos y cansados dedos de la creatividad.




“Autor”

Debido al buen hacer de los profesores de este máster, no podemos dejar de ponernos en el caso del otro, de usted, de ustedes, que no es más que el nuestro. Enseñar a profesores no es más que enseñar a enseñar, un bonito proceso de meta docencia que no podemos obviar. Así, no es de extrañar que yo me pregunte por los objetivos que usted quiere conseguir con esta actividad y, en concreto, con los datos biográficos del autor reseñado. La conclusión que yo infiero es que pretende que conozcamos cuantos más autores de literatura juvenil como sea posible, para nuestra futura docencia (por eso le ajunto la biografía del comienzo); pero, debido a mi peculiar aversión a los conocimientos biográficos de los autores, me dispongo a este invento (disculpas de antemano).


Jorge, como lo llamamos aquellos que lo conocemos durante años, es un hombre que llegó a este oficio por casualidad. Desde el mismo día en que nació, entre los más dignos artistas y fieras del circo de Ángel Cristo, sus padres intentaron imponerse a sus sueños, aunque fueron sus genes los que acabaron escupiendo a la cara de sus padres.

Diecisiete generaciones y media de bomberos-torero lo precedían sin compasión (consideramos media ya que su bisabuelo, el más rebelde de los Fabra, desoyendo la tradición, se casó con la mujer barbuda más bella que pisó nunca circo mundial).

A los 5 años ya medía más que su tío Pepe, conocido entre los suyos como “el pivot ” por superar los 1,30 metros, rompiendo los sueños de la estirpe más laureada de bomberos-torero del mundo.

-Papá, lo siento, haga lo que haga no paro de crecer.
-Lo sé hijo, pero no podemos hacer nada, tendrás que vivir con tu defecto durante toda la vida.
Y así lo hizo. Intentó ser fiel a su familia por el único camino que le era posible, el del “justo medio”. No lo consiguió –por mucho que te apuntes a la academia de bomberos y a la escuela taurina nunca podrás ser un bombero torero, es necesario mucho más, es una cuestión de altura- dijo su padre, no sin cierta gracia, mientras lo despedía del circo con pequeñas lágrimas en los ojos.

Fue repudiado por toda su familia, su altura era insultante, intolerable, era un monstruo a los ojos de sus “iguales”.Sus años pasaron lentamente, tan lentamente que podrían contarse 367 días en sus anuarios. Su vida transcurría por un camino triste y gris, como aquel hombrecillo al que no dejaban cantar, hasta el día que decidió pintar su casa.

Aquella guapa pintora de brocha gorda le concedió sus 3 mejores años de vida y dos pequeños diablillos que acabarían haciéndole la vida imposible cuando alcanzaron la pubertad. Ellos lograron desgastar de tal manera la vida familiar que la relación de sus padres se deterioró, acabando en un sonado divorcio en las Vegas.

Por alguna extraña perversión freudiana acabó por relacionar a los jóvenes y niños con los enanos de su circo, a sus hijos con todos los jóvenes, y a los jóvenes con el demonio.

Inteligentemente trazó una magistral y maquiavélica venganza contra todos los jóvenes, se dedicaría a la literatura juvenil y los maltrataría intelectualmente durante décadas.

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